Seis retos para que las urbes venzan el cambio climático

La encrucijada de las ciudades en desarrollo, que pretenden alcanzar el nivel de infraestructura de las más avanzadas, es que para adelantarse se ven obligadas a generar enormes cantidades de dióxido de carbono. ¿Cómo avanzar y no ser los villanos del cambio climático? Esa es la pregunta que 700 investigadores de 80 países se van a responder en la Conferencia de Ciencia, Cambio Climático y Ciudades, que se realizará en Edmonton (Canadá), del 5 al 7 de marzo próximos.

Como preámbulo del encuentro, la revista científica ‘Nature’ armó un derrotero de lo que plantearán los expertos, quienes confirman que de concebir un futuro sin adaptación al cambio climático, el mundo estará firmando su sentencia de desaparición.

¿Por qué? Hasta la actualidad, las ciudades del mundo desarrollado han generado 53 gigatones (Gt) de dióxido de carbono para lograr la infraestructura que tienen (medida exponencial usada para abarcar enormes cantidades); para que las que van en vías de desarrollo se les equiparen, deberán generar 109 Gt; además, 2.000 millones de personas más estarán viviendo en las urbes y van a generar 117 Gt adicionales.

Todo lo anterior sin contar industrias y el funcionamiento de las previamente desarrolladas. El reto es obvio, porque el planeta no puede generar más de 800 Gt hasta el 2050, pues de lo contrario el cambio climático ya no tendrá vuelta atrás.

El reto es grande y en el Acuerdo de París del 2015 el mundo se comprometió a asumirlo. A continuación las sugerencias de los expertos.

Expandir mediciones

Gobiernos y planeadores necesitan ampliar la calidad y el tipo de data que se recoge. Metodologías de censos remotos, con satélites, drones y vehículos autónomos deben ser implementadas. Se necesitan inventarios serios y precisos de emisiones de gases de efecto invernadero en edificios, vías e industrias, así como métodos para verificarlos y evitar fraudes (de privados o de gobiernos).

Se debe aclarar cada vez más el origen y el tipo de polución que cada actor genera, pues su mitigación beneficia la salud humana y ayuda en la adaptación. Recordemos que el 75 por ciento del dióxido de carbono por gasto de energía se genera en los centros urbanos.

Los datos que se recopilen deben ser abiertos al público, lo que facilita proyectos como el del observatorio de la Universidad de Newcastle (Inglaterra) que a diario recoge un millón de datos de lluvias, emisiones del transporte y calidad del aire, entre otros, provenientes de fuentes públicas, y luego los pone al servicio de quienes toman las decisiones y hacen las políticas.

Asentamientos informales

En el 2050 los asentamientos informales (como invasiones) alojarán a 3.000 millones de habitantes, sobre todo en el hemisferio sur. Estos son vulnerables a deslizamientos e inundaciones. De ahí la urgencia de identificar sus características y emprender planes a mediano y corto plazos, para bajar riesgos. Procesos socioeconómicos y limitaciones de las zonas deben incluirse, pues esto restringe la aplicación de acciones que se dan en países desarrollados.

Tecnología disruptiva

En Lisboa (Portugal) se demostró que el uso del taxi y el carro compartido es un camino para reducir el impacto ambiental de la movilidad. Gracias a un piloto que se llevó a cabo, quedó en evidencia que se puede resolver el desplazamiento de todos los individuos usando solo el 3 por ciento de la flota de taxis: esto si se usan aplicaciones para coordinar los trayectos de los usuarios, quienes irán en los mismos vehículos que se dirijan hacia puntos cercanos.

Materiales como la guadua y otras maderas, cuya producción ya se puede lograr con cultivos neutros en emisiones, deben masificarse en la construcción de edificaciones. Una de las razones es que retienen menos calor, de forma natural, que materiales como el concreto. El C40, la organización de las ciudades más poderosas del mundo, adelanta proyectos en 18 urbes para construir soluciones de vivienda con estos elementos: 300.000 personas los habitarán.

Transformación

El modelo de ‘ciudad esponja’, originado en China, apunta a reducir los riesgos de inundación, a través de varias estrategias: incremento de zonas verdes arborizadas, restauración de zonas tipo humedal y de inundación (reubicando vecindarios que antes ocupaban esos lugares) y usando materiales permeables que capturan agua y la llevan a través de enormes alcantarillados para redirigirlas.

El respaldo financiero de los países a estos desarrollos debe ser irrestricto.

Redes

El mundo, en su globalidad, debe apuntar hacia el mismo objetivo. Por eso las sinergias, que permiten compartir conocimiento y vigilarse mutuamente frente a las metas que se buscan, son claves. Cada logro y cosaber adquirido en manejo del recurso hídrico, comida, sistemas energéticos, entre otros, deben extenderse a los demás sectores y aliados. La cooperación es el camino.

Artículo original:El Tiempo

Artículo tomado de:El Tiempo

 

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